martes, 17 de marzo de 2020

CREEPYPASTA: El Sombrero de Copa

Rebeca era una apasionada de las historias de terror. En su estantería destacaban todos los títulos imaginables de cualquier fanático de este género e incluso algunos más inéditos, primeras ediciones, conseguidas gracias al bolsillo de su acaudalado padre.
Sin embargo, a sus 15 años, ya había leído todos aquellos libros, algunos incluso dos veces, y poseía un vasto conocimiento acerca de cualquier suceso paranormal conocido.
Pero su curiosidad y la ansiedad por continuar investigando no cesaba, llevándola a sumergirse en el amplio campo de Internet una vez los libros no podían aportarle nada nuevo.
Cierto día, al volver del instituto, entró en un foro de gente adepta a lo misterioso y paranormal, donde descubrió un enlace que todos los usuarios catalogaban como la mejor página web de la historia del terror. En ella, se podía tener acceso a incontables historias, noticias, imágenes e incluso psicofonías escalofriantes.
Rebeca no dudó en clicar en el enlace y accedió a la web automáticamente.
Anduvo como 2 horas explorándola, leyendo historias sobre fantasmas y apariciones, totalmente motivada, escuchando psicofonías que le pusieron el vello de punta y viendo algún que otro vídeo... hasta que algo llamó su atención.
No había reparado en ello hasta ahora. En el margen derecho, había aparecido un extraño icono, semejante a la silueta de un sombrero de copa de color negro intenso. Sin saber muy bien porqué, llevo el cursor de su ratón hasta éste y pinchó. Enseguida, la página cambió y un chat ocupó todo el monitor de su ordenador. Arriba, en letras negras y rojas, rezaba el mensaje: solo para valientes. Contacta con el más allá.
Obviamente, ella no le temía a nada, o eso creía, y no dudó en comenzar a escribir un mensaje.
-Hola - y presionó intro. Al instante recibió contestación.
“Hola, bienvenida, ¿qué te gustaría saber?”
-¿Quién eres?
“Alguien, pero eso no es importante”
-¿De dónde eres?
“De un lugar que no te gustaría. Comparado con tu habitación, mi hogar es tétrico y oscuro”
Rebeca era capaz de sentir las pulsaciones de su corazón desbocado. Estaba muy excitada y quería continuar con aquella misteriosa conversación.
-¿Acaso sabes cómo es mi habitación?
“Paredes color lila, cama a la derecha, un gran armario con puertas turquesa a los pies de ésta y la mesa de tu pc se encuentra justo frente a él”
Rebeca sintió que le daba un vuelco el corazón, comenzaba a asustarse, casi que por primera vez en su vida. Su lado racional se activó y pensó que alguien que la conociera le estaría gastando una broma, alguien que conocía su habitación. Se relajó un poco y, creyendo que era una broma, decidió seguir con el juego.
-¿Desde dónde me hablas?
“Desde tu casa”
-¿Desde qué habitación?
“Desde la tuya”
Rebeca rió. Se imaginaba que el responsable de aquello sería Jorge o Vanesa, incluso ambos juntos.
-Muy bien, en ese caso... ¿por qué no te veo?
“Porque no me estás mirando”
La joven sintió una punzada en el pecho. Su mente comenzó a reproducir miles de películas e historias terroríficas y, por un momento, se sintió protagonista de una. Tenía miedo de alzar la vista del monitor. Sabía que no ocurriría nada pero aún así su cuerpo se hallaba como petrificado.
“¿No te gustaría conocerme?” Apareció de pronto en el chat.
Rebeca no contestó. Sintió la ungente necesidad de alcanzar su móvil y llamar a su padre. No quería mirar a ninguna parte de su habitación. Lentamente alzó su mano derecha para coger el móvil, que estaba en la mesa, junto al teclado. Cuando lo tenía bajo la palma de su mano, un nuevo mensaje emergió en la pantalla del pc.
“Vine a verte, tú me llamaste, ¿no vas a mirarme?”
Un golpe sordo procedente del pasillo sobresaltó a Rebeca. Fue como el sonido de un pesado saco al caer sobre el suelo enmoquetado. Entonces comenzó a sentir el sonido de algo que se arrastraba de forma casi rítmica por el pasillo. Cada vez se escuchaba más y más cerca. Rebeca se incorporó de su silla rápidamente con el móvil en la mano y comenzó a buscar nerviosa el contacto “papá”. Estaba tan fuera de control que no atinaba con los dedos. El ruido cesó. Debía estar justo al otro lado de la puerta. Rebeca jadeaba. No podía respirar. La puerta comenzó a abrirse lentamente y un olor fétido invadió la habitación. Entonces, una mano amarillenta, huesuda y medio mutilada surgió tras el marco de la puerta y se apoyó en el suelo, frente a ella. A la mano le siguió un brazo largo y extremandamente delgado, cubierto de pústulas, que parecía a punto de quebrarse. Y tras un brazo, continuó el otro y, después, una cabeza cubierta por un sombrero de copa. La figura se arrastró un poco más hasta dejarse ver por completo. No tenía piernas, era solo un torso que usaba los brazos para desplazarse. Se colocó frente a ella, en la puerta. La chica no podía verle el rostro, pues tenía la cabeza agachada. Entonces, lenta y pesadamente, aquel espeluznante escorzo comenzó a alzarse sobre los brazos y dejó su rostro al descubierto. Unos grandes y redondos ojos negros se clavaron en ella, no había cejas, ni pestañas. Solo dos globos que parecían a punto de salirse de sus cuencas. Carecía de nariz y su boca sin labios esbozaba una sonrisa amplia. Era un rostro inexpresivo pero muy patético, espeluznante. Aquel ser se erguía ante ella, a escasos centímetros del suelo, apoyado sobre sus largos brazos.
La luz de su cuarto se apagó y un grito desgarrador inundó la estancia.


The Chapter Hunter

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