6 de abril
Me desperté
bruscamente, agitado y jadeante. Mi pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado.
No cabía duda de que había sufrido una de las peores pesadillas de mi vida. Me
esforcé por recordar lo soñado, pero lo único que me quedaba en la mente eran
los despojos del pánico que me había causado y que ahora me tenían sentado
sobre el colchón, cubierto por un sudor frío y temblando de miedo.
He perdido la cuenta
de los días en que se repite este fenómeno. No importa el momento, cada vez que
cierro los ojos y caigo en las garras del sueño, aquello se repite como una
película. Se ha convertido en una tortura que me arroja directamente a una
espiral de insomnio. Por otra parte, sigo con la maldita manía de mirar al otro
lado de la cama. No sé qué espero encontrar.
7 de abril
He salido, como cada
mañana, a correr por la montaña. Me había dejado las llaves, pero no volví, de
todas formas, ¿quién desearía subir a este lugar? Por suerte, ya no tendré que
bajar al pueblo para hacer la compra hasta la semana que viene. No me gusta la
gente, me incomoda que me observen.
Bordeé la cabaña para tomar el sendero de atrás. Algo llamó mi atención en el terreno. Había algo blanco, como un dibujo sobre la tierra, a escasos metros de la parte posterior de la casa. Me acerqué y comprobé que se trataba de un círculo grande, de, más o menos, un metro de diámetro. Me agaché y palpé el material con el que lo habían trazado. ¿Era sal? ¿Quién había podido subir hasta ahí durante la noche y dibujar algo así? Decidí no pensar demasiado y comencé mi jornada de footing.
8 de abril
Cuando salí esta
mañana, el círculo seguía ahí y estaba más blanco que el día anterior. Alguien
lo había remarcado echando encima más sal. De nuevo me pregunto quién se dedica
a subir la montaña y hacer eso. Seguramente alguien del pueblo pretende reírse
de mí. No entiendo qué tienen en mi contra. Creo que no les agrado, a pesar de
que apenas hablo cuando bajo a comprar. Me he cabreado y he borrado el círculo
con los pies. He estado corriendo durante más de dos horas.
9 de abril
He llamado a la
policía. El círculo vuelve a estar ahí. Me han asegurado que preguntarán en el pueblo
hasta dar con el responsable. No me dejan en paz.
11 de abril
Ayer no pude escribir
porque estuve todo el día pensando. Ocurrió algo durante la mañana que me
resultó bastante curioso y a lo que no encuentro explicación. Salí a tender la
ropa y escuché un golpe en la parte de atrás. En un primer momento, pensé que
sería un animal. Giré la esquina de la cabaña y vi algo muy raro. De nuevo, ahí
estaba el círculo, pero había algo en su interior. No puedo asegurar lo que vi,
porque era una forma difusa, como una especie de bruma que parecía mecerse con
el viento. Se esfumó enseguida, no me dio tiempo a tomar una foto con mi móvil.
12 de abril
La policía ha llamado
esta tarde para decirme que no hay nadie en el pueblo que sepa nada de mi caso.
El círculo sigue apareciendo cada mañana, así que hay alguien que sube hasta
aquí para repasarlo. Nadie quiere ayudarme. Creo que hasta la policía se está
burlando de mí.
13 de abril
¡Ya les he pillado! De
madrugada me asomé por la ventana del pasillo a fumarme un cigarro, pues de
nuevo me había despertado una de esas horribles pesadillas. Le vi acercarse
sigilosamente. Se trataba de una figura fina y encapuchada. Esperé en silencio
y vi cómo sacaba un pequeño saco del bolsillo del que tomaba la sal. Le dejé
completar su propósito y cuando repasó el círculo entero y se disponía a
marcharse, le grité desde mi posición en la segunda planta. Miró hacia donde
estaba y echó a correr. No me dio tiempo a cogerle, pero al menos ya he
comprobado que no estoy loco y que la mano del hombre se haya tras este
fenómeno.
14 de abril
La persona que subía,
no volvió anoche. Sabe que le estoy esperando y posiblemente se haya asustado.
Estuve toda la noche ahí y no me retiré hasta el amanecer. Me fumé un paquete
entero de tabaco mientras hacía guardia.
15 de abril
Hoy, mientras
preparaba la comida, me ha ocurrido algo muy inquietante. Escuché tres golpes a
mis espaldas, como si alguien tocase la puerta de entrada. Salí a abrir, pero
no había nadie. Miré en todas direcciones, pero no vi nada. Pensé que me lo
había imaginado y volví a la cocina. Entonces un fuerte ruido me sobresaltó.
Provenía de la entrada. Corrí hasta allí. La puerta estaba abierta y había sido
empujada con tanta braveza que se había roto el cristal de su centro. El pomo
había hecho un agujero bastante profundo en la pared al golpearse. No había
viento y fuera tampoco había nadie. Quien fuera se había escondido. Grité y
rodeé la cabaña buscando al responsable. Estaba furioso. ¿Esto les parece una
broma?
16 de abril
Esta noche, el
gracioso que me reventó la puerta se ha dedicado a cantar bajo mi ventana. O más
bien, debo decir “graciosa”, pues era una mujer quien cantaba. Me levanté y
cogí la escopeta que guardo bajo la cama. Le grité que parase y que estaba
armado. Cuando me asomé a la ventana, ya se había marchado. He vuelto a llamar
a la policía.
17 de abril
Creo que me voy a
volver loco. Esta mañana me he encontrado todo el suelo del baño cubierto de
arañazos. No puedo creerme que esa mujer haya estado dentro de mi casa. La
policía no me da soluciones. Aseguran haber peinado la zona y no haber visto
nada raro. ¡Menudos incompetentes!
18 de abril
La esperé. Anoche me
senté en la puerta de la cabaña a hacer guardia. Pero tuvo que entrar por una
ventana de atrás, puesto que escuché un porrazo en la cocina. Entré como alma
que lleva el diablo, escopeta en mano. Cuando me asomé a la cocina, enmudecí de
espanto. Esperaba encontrarme una persona y, en cambio, era una bruma. Algo
semejante a lo que vi dentro del círculo el otro día. Allí estaba, parada
frente a mí. Su contorno vacilaba como el humo. Pero ahí estaba, era real.
Distinguí dos pequeños puntos brillantes en la parte superior, como si se
tratase de sus ojos. A pesar de que carecía de forma definida, me recordaba a
alguien. Sin pensarlo, disparé y desapareció.
19 de abril
El insomnio acabará
conmigo. Ya no tengo pesadillas, pero cuando consigo conciliar el sueño, algo
me despierta. A veces, es un grito; otras, un llanto, un silbido o incluso un
pellizco. No puedo más.
22 de abril
La policía me llamó
ayer para contarme que habían localizado a una joven que había confesado algo
relacionado con mi caso.
Al parecer, se
dedicaba a subir a la montaña a altas horas de la noche, junto a otros tres
jóvenes, para realizar rituales satánicos. En una de esas ocasiones, subieron
con una ouija y decidieron jugar junto a mi casa, alegando haber sido
“atraídos” por una energía poderosa que manaba de aquí. Trazaron un círculo de
sal en torno a ella para impedir que el “ente” con el que contactaran pudiese
entrar en nuestro mundo. Los resultados que obtuvieron fueron terribles, la
chica estaba muerta de miedo. Aseguró a la policía que se trataba de un ser
emponzoñado por el odio y sediento de venganza, que les amenazó si no le
dejaban salir del círculo. La joven, a pesar del pánico, se sentía culpable por
haber sido partícipe de su liberación y reunió el coraje para subir todas las
noches y reforzar el círculo, por si aquel ente seguía ahí.
Ya no sé qué hacer.
Los fenómenos no cesan.
26 de abril
Le he implorado que me
perdone. No sé qué más hacer. Quiero que me deje en paz. Estoy perdido. Estoy
loco. No me deja. Me acosa. Está en todas partes. Estoy acabado.
El inspector Hernández guardó el diario de la víctima en el archivo. Su autor, Fernando Prieto, de 38 años, se había quitado la vida hacía dos días en la montaña, arrojándose al vacío. Un final merecido para un asesino, pues no le tembló la mano en asesinar a su mujer tan solo un mes antes. El caso de su suicidio llevó a la policía a inspeccionar la casa y sus alrededores tan a fondo que dieron con la tierra removida que ocultaba los restos mutilados de la mujer. Pero el inspector no creía en fantasmas, sino en la culpa, ella fue quien lo mató, ¿o no?
The Chapter Hunter
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